A él le dijo que llevaba mucho tiempo preparándose para ese momento, pero no era verdad; en realidad, sólo llevaba mucho tiempo temiendo que llegara ese momento; el suelo se abría bajo sus pies y ella no podía agarrarse a nada para evitar que la oscuridad la tragara. Se sintió como un náufrago, intentando bracear en medio del océano, inútilmente.
Le agradeció la sinceridad, y se dejó hundir en aquel dolor mudo y sin lágrimas. Y se sintió terriblemente sola. Otra vez.
Lo tuyo es ir a hacer daño… 😉
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