Diario de Pepín. Día 71

Sofía había vomitado mientras nosotros estábamos fuera. Ya había vomitado el día anterior, cuando estábamos tumbados en el sofá después de comer, y mamá me pilló al vuelo cuando quise bajarme de un salto para ir a comerme el vómito. De veras que me pilló en el aire y no pude moverme, y luego ya fue ella con la fregona a limpiarlo mientras yo miraba desde una distancia de seguridad.

Pues hoy, como Sofía vomitó bastante pronto, el robot de mamá que barre cuando ella no está había repartido el vómito por el suelo, haciendo unos preciosos dibujos de ir y venir por casi toda la casa. Así es que mamá se puso con la fregona en cuanto llegamos y yo solo pude dar un par de legüetazos al suelo antes de que mamá me riñera. No sé qué le pasa a mamá con los vómitos que no soporta que me acerque a ellos, ni los de Sofía ni los que me encuentro en nuestros paseos. ¡Y mira que estos días había montones en la calle y en la hierba, como si estuvieran esperando a que pasáramos nosotros para… quedarme con las ganas de hincarles el diente!

Diario de Pepín. Día 12

Los fines de semana son un descontrol. Como ayer volvimos más tarde, mamá ya no me sacó a hacer pis antes de acostarnos y, como esta mañana era sábado, nos hemos levantado un poco más tarde, a pesar de que Sofía le quitaba a mamá la ropa de la cama para que se despertara.

Mamá se ha dado cuenta de que yo había hecho pis en casa cuando vio que retozaba por la hierba sin hacerlo allí. Murmuró algo pero yo seguí a lo mío, olisqueando todo  lo que se me ponía por delante. Y es que, todavía no controlo bien el interruptor del pis. El de la caca, perfecto, pero el del pis… se me resiste a veces.

Hoy, la salida de mamá de la ducha ha sido tremenda. No solo estaba coja, buscando su chancla, sino que, además, mientras ella se duchaba, yo tumbé la papelera del baño y repartí todos los papeles y las toallitas sucias por el suelo, e, incluso, mamá me sacó de la boca un revoltijo de papel que yo estaba saboreando. Y, luego, cuando ella recogía mis juguetes para que Lola no se tropezara, yo los sacaba otra vez para jugar; mamá por un lado y yo por el otro. Lola es un robot que se dedica a barrer cuando no estamos, y, algunas veces, friega el suelo también cuando estamos en casa, porque dice mamá que yo pongo todo perdido con las patitas mojadas. A Sofía Lola no le hace ninguna gracia. Se sube a los sitios y la mira desde allí hasta que se va a limpiar a otra parte y no está tranquila hasta que se para. A  mí no me importa, yo correteo alrededor e intento que juegue conmigo, pero no se deja. Yo creo que Lola ni me ve, ni a Sofía tampoco, pero Sofía no lo sabe y por eso sigue subida en los sitios mientras Lola anda por ahí.