Diario de Pepín. Día 12

Los fines de semana son un descontrol. Como ayer volvimos más tarde, mamá ya no me sacó a hacer pis antes de acostarnos y, como esta mañana era sábado, nos hemos levantado un poco más tarde, a pesar de que Sofía le quitaba a mamá la ropa de la cama para que se despertara.

Mamá se ha dado cuenta de que yo había hecho pis en casa cuando vio que retozaba por la hierba sin hacerlo allí. Murmuró algo pero yo seguí a lo mío, olisqueando todo  lo que se me ponía por delante. Y es que, todavía no controlo bien el interruptor del pis. El de la caca, perfecto, pero el del pis… se me resiste a veces.

Hoy, la salida de mamá de la ducha ha sido tremenda. No solo estaba coja, buscando su chancla, sino que, además, mientras ella se duchaba, yo tumbé la papelera del baño y repartí todos los papeles y las toallitas sucias por el suelo, e, incluso, mamá me sacó de la boca un revoltijo de papel que yo estaba saboreando. Y, luego, cuando ella recogía mis juguetes para que Lola no se tropezara, yo los sacaba otra vez para jugar; mamá por un lado y yo por el otro. Lola es un robot que se dedica a barrer cuando no estamos, y, algunas veces, friega el suelo también cuando estamos en casa, porque dice mamá que yo pongo todo perdido con las patitas mojadas. A Sofía Lola no le hace ninguna gracia. Se sube a los sitios y la mira desde allí hasta que se va a limpiar a otra parte y no está tranquila hasta que se para. A  mí no me importa, yo correteo alrededor e intento que juegue conmigo, pero no se deja. Yo creo que Lola ni me ve, ni a Sofía tampoco, pero Sofía no lo sabe y por eso sigue subida en los sitios mientras Lola anda por ahí.