Después

Él murió una tarde gris de un triste día de otoño. Cuando dejaron de llorar, sus amigos fueron dando cuenta de sus cosas, unas porque no tenía sentido conservarlas, y otras, porque a él le hubiera gustado que se las quedaran ellos.

Y luego quedó la memoria de los que lo conocieron, para seguir viviendo en ella. Y la cuenta de Facebook. Su cuenta de Facebook quedó vagando en la red. Los primeros años, su muro recibió algunas felicitaciones de cumpleaños, de amigos que le creían perezoso pero no muerto, de amigos etéreos que nunca supieron de su olor, o de sus gestos, o de su voz quebrada. Y luego, ya nada, solo vagar, por los siglos de los siglos, como un alma en pena.

Evolución

Creía, como en lo antiguo, que, con cada foto que hacía, robaba el alma de todo lo que fotografiaba y por eso erraba por ahí, cámara en mano, para llenarse del alma de las cosas o la gente; pero creía también, que, con cada disparo, un poquito de la suya, un atisbo de luz de sus ojos se perdía por el visor. Por eso andaba trastabillándose y dando tumbos, entornando los ojos para no errar el paso,  un poquito árbol, un poquito pájaro y un poquito niño o mendigo cada vez. Cada vez un poquito más camaleón y cada vez un poquito más ciega.

IMG_0227-001