Creía, como en lo antiguo, que, con cada foto que hacía, robaba el alma de todo lo que fotografiaba y por eso erraba por ahí, cámara en mano, para llenarse del alma de las cosas o la gente; pero creía también, que, con cada disparo, un poquito de la suya, un atisbo de luz de sus ojos se perdía por el visor. Por eso andaba trastabillándose y dando tumbos, entornando los ojos para no errar el paso, un poquito árbol, un poquito pájaro y un poquito niño o mendigo cada vez. Cada vez un poquito más camaleón y cada vez un poquito más ciega.
Sigue fotografiando!!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Seguro! Hay días que no tengo ojos para otras cosas.
Me gustaMe gusta