Diario de Pepín. Día 52

Mamá dice que solo me faltan los granos para ser un adolescente. Yo la escucho atentamente, pero no entiendo qué quiere decir. Ella sabrá. Las madres saben cosas que nosotros nunca llegamos ni a imaginar.

Supongo que se refiere a que soy un cachorro con ganas de ser grande y a que he crecido pero sigo siendo un cachorro. Vamos, que ni yo sé muy bien lo que soy. Unos días, o unos ratos, los dientes no me dejan en paz y me tiro a morder todo, y otros me pongo mimoso y le pido a mamá que me coja en brazos y me acaricie la tripa. ¡Se está tan bien en brazos de mamá! Escucho su corazón mientras me acaricia la cara y la barriguita… podría pasarme las horas muertas así, hasta que me da un repente y salto a perseguir a Sofía o a recorrer el pasillo con un peluche en la boca. Yo mismo me extraño de estos cambios de humor, pero me dejo llevar; será lo mejor.

Hoy no me he hecho pis en casa. Mamá se puso contenta. Y yo también.

Diario de Pepín. Día 31

Yo no sé si los perros tenemos adolescencia, son cosas sueltas que oigo por ahí, pero sí sé que me pasan cosas que no controlo muy bien, que, de pronto, me entra la revolución y no paro y muerdo todo y brinco y me pongo de manos y me puede la necesidad de actividad y, de pronto, me entra un sueño terrible que me deja KO. Mamá dice que parece que tengo un interruptor y que funciona por su cuenta.

Todo el mundo dice que he crecido mucho. Yo creo que sigo siendo pequeño, porque mamá me midió el pecho para comprarme el arnés nuevo y dijo que casi no llegaba a la talla más pequeña. La gente, en la calle, siempre le pregunta a mamá si soy bebé y de qué raza soy, y mamá les dice que cuatro meses y que soy un cruce de razas, pero que no sabe de cuáles porque nací en una perrera. Yo sé que mamá me quiere mucho, muchísimo, pero también sé que mamá quería un perro pequeño y tengo miedo de que, si crezco mucho, ya no me quiera. Aunque, por otro lado, yo creo que no, que me querría igual o parecido porque el otro día le dijo al señor de las tardes que me llama perrete que dormíamos juntos la siesta en el sofá y, cuando él le dijo “mira que los perros crecen y luego no cabe…” ella se puso muy seria y  le dijo: Pues compro otro sofá. Y eso, creo yo, significa que, aunque yo crezca mucho y sea un perro grande, mamá y yo vamos a seguir juntos siempre y nunca me va a llevar a la perrera.