Diario de Pepín. Día 91

Los tres tumbados en el sofá somos demasiada gente. ¡Y mira que mamá tiene paciencia con nosotros! Y es que, cuando mamá se tumba para la siesta, yo me acomodo entre sus piernas. Pero luego llega Sofía y se sube sobre su pecho y se queda allí, tan tranquila, y, entonces, a mí me entran unas ganas terribles de estar donde está Sofía en lugar de donde estoy yo. Y empiezo a mirarla como si no quisiera mirarla, y empiezo a arrimarme para ver si así ella se va… pero no se va, solo rezonga, mamá se da cuenta –yo creo que se da cuenta desde el principio- y entonces me riñe a mí y me dice que siga donde estoy. Pero es que yo ya no quiero seguir donde estoy, y me bajo del sofá para que se den cuenta las dos, que Sofía ni se inmuta, y, luego, me pongo de manos en el borde del sofá para que mamá vea que quiero subirme otra vez pero hago como que  no puedo para que ella me ayude… A veces, llegados a este punto, mamá ya se echa a reír, o se enfada un poco –poco-. Total, que, al final, Sofía se baja porque le molesta que yo le huela el culo cuando está así de relajada y yo me bajo a la camita grande, por si acaso ella quiere ponerse allí.

Y mamá suspira y cierra los ojos…

Autor: AdelaVilloria

Trabajo para poder comer. Escribo para poder vivir.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: