Volvió a verla de nuevo después de mucho tiempo, demasiado tiempo para no confundir los recuerdos con su imaginación. Volvió a verla, más delgada aún, el cabello más largo también, pero el mismo brillo en la mirada, y esa sonrisa suya iluminándolo todo, y ese olor, ese olor acogedor que le invitaba al abrazo, y que seguía, después de tanto tiempo, erizándole la piel.
Qué bueno es el calor de los abrazos… y el que entra al leerte 😉
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