Levantó una copa de vino y, mirando a la familia, mintió al brindar por todos ellos. Y mintió también al desear que su bebé recién nacido se pareciera a cualquiera de ellos. Su padre, tan temeroso de Dios que siempre tenía el infierno en los ojos y en la boca; su madre, tan temerosa de su padre, que ni siquiera levantaba la mirada en su presencia, y sus hermanos, tan reprimidos siempre, tan mermados…
Alzó la copa de nuevo y deseó, casi gritando, que su hijo jamás, jamás, sintiera miedo. Todos lo miraron como alucinados y él, por primera vez en su vida, se sintió un héroe.