Diario de Pepín. Día 64

Hay ratos que no me aguanto ni yo. Esto de ser cachorro y tener que crecer es muy complicado. Tengo ratos que estoy tranquilo y camino olisqueando pero sin forzar la marcha o correteo feliz con algo que he encontrado en la boca y soy una buena compañía para mamá, pero otros me vuelvo un manojo de nervios, mamá tira de mí y se enfada porque me apalanco en un sitio y no quiero moverme, o me pongo rabioso y no paro y quiero morderlo todo.

Mamá dice que deben ser los dientes y yo creo que no le falta razón. Cuando me duelen querría hasta morder piedras para no sentirlos, aunque se me cayeran a trozos. Yo no entiendo lo que pasa con los dientes; si he nacido con todos los huesos, con mis patas, mi rabo, mis uñas, y todo va creciendo conmigo ¿por qué he nacido con unos dientes que no valen y me los tienen que cambiar por otros nuevos que duelen tanto? Maldita la gracia que me hace este error de cálculo, podía haber nacido con los buenos y que fueran creciendo a medida que yo lo hago.