Hoy, mamá no salió coja de la ducha y se quedó muy sorprendida, así que yo moví el rabo y las patitas, y los dos, tan contentos.
Todas las mañanas yo espero a que ella acabe de desayunar para salir a dar una vuelta, y no sé si es que hoy tardaba más de lo normal o es que yo había bebido mucha agua, pero no pude resistirme y me fui al empapador del balcón. Y mamá me hizo cariñitos porque no le había manchado el piso de pis.
A mí me gusta mucho salir por las mañanas, porque hace fresquito y hay muchísimas cosas para oler sin que me estorbe la gente. Luego ya me canso de dar brincos y remoloneo, pero mamá pone tensa la correa y me obliga a ir a su lado. Cuando yo sea grande tendré más fuerza que la correa de mamá y, además, entonces ella me dejará suelto en el parque porque ya no tendrá miedo de que vaya a perderme.
Por la noche, antes de acostarnos, volvemos a salir. Yo estoy muy a gusto en el sofá pero ella se empeña porque dice que así aguanto la noche entera. Luego ya, cuando me veo en la calle estoy contento de haber salido porque, además, pasan muchos chicos y chicas que me dicen cosas bonitas, y se paran a mirarme y a hacerme cariños. Y uno se siente muy bien cuando le hacen cariños.