Hoy otra vez. En el parque nos juntamos cinco perros, de todos los colores, formas y tamaños, aunque se veía que todos eran mayores que yo porque todos estaban mucho más tranquilos y ninguno dio saltos cuando yo me acerqué. Y todos los papás me miran a mí porque soy el nuevo; y va uno y le pregunta a mamá que de qué raza soy. Mamá respondió, otra vez, que soy de marca blanca, y algunos papás se echaron a reír, pero no inmediatamente, que se quedaron un poco pensando qué habría querido decir. Y, entonces, va un papá y dice que yo soy muy bonito, que algunos cruces son muy feos, pero que yo soy muy bonito… ¡qué obsesión tienen algunos papás con eso de la raza, que yo ni sé lo que es!
Yo olí un poco a todos y todos me olieron a mí. Todos hicimos lo mismo, sin importarnos lo que pensara el papá de cada uno.
Hoy no estaba Cascabel en la Plaza pero, a cambio, he conocido a Paco. La mamá de Paco no lo había sacado a pasear hasta ahora, porque le faltaban vacunas, pero ahora ya, sí. Ahora ya podemos jugar juntos porque somos casi de la misma edad aunque él es mucho más pequeño que yo. Si no fuera por todo el pelo que tiene, sería un montón de veces más pequeño que yo. Y la mamá de Paco no le preguntó a la mía de qué raza soy.