Libre

Se durmió soñando que él también podía volar, flexionó las piernas y pegó los brazos al cuerpo para coger impulso y en seguida se vio volando sobre los tejados y sobre las cabezas que recorrían las calles como cagaditas de mosca deslizándose por las aceras. Voló sobre su casa, lentamente. A través de las ventanas abiertas del estío le llegaron la voz airada de su padre, el puñetazo en la mesa y el estallido de la botella contra la pared. Y el silencio de su madre. Llenó los pulmones de un aire limpio y nuevo y se sintió inmensamente libre. Por eso decidió volver.