Hoy ha sido un buen día. Uno de esos días inesperados que te dejan un regusto dulce ahí dentro, un cosquilleo de satisfacción, un golpeteo de nudillos, suave pero insistente, que abre la puerta de las emociones y deja pasar la luz. Eso es, la luz. Uno de esos días en los que uno se siente vivo, o más vivo, y en calma. Un día de esos en los que, precisamente, importa menos tener que morir.
(De las memorias de Ismael Blanco)
Y la luz te invadió 😛
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Que bueno era ese tal Ismael Blanco
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¡Caramba! Porque sé a ciencia cierta que Ismael Blanco en persona no va a hacerme ningún comentario, dado que solo tengo de él su memoria, pero, al ver las iniciales, podría pensar que me observa aún, tan de cerca…
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