La balsa flota a duras penas en mar abierto, muy lejos de la playa y lejos, también, de cualquier refugio, a merced de la tormenta, a merced del pánico. Nada existe ya, ni la miseria ni la esperanza que los ha empujado hasta el mar; tan solo la necesidad violenta de no volcar, de no dejarse engullir por las olas. Dejar atrás esta muerte para alcanzar otra vida y otras muertes.