Pepín me mira
cuando me pongo a leer;
yo creo que se extraña,
al fin y al cabo
no lo hago a menudo.
Pepín se tumba en el sofá
pegado a mí,
y me mira de vez en cuando, sin moverse;
luego parece dormir un poco,
me mira otra vez,
estamos ahora en dos mundos diferentes,
y se separa un poco de mí.
Y me mira a menudo
para ver si ya he vuelto.