Volvimos a recordar cuando una vez volvimos a encontrarnos. De pronto llamaron a la puerta todos los recuerdos que habíamos guardado bajo llave. Brotaron como un manantial, sin pedir permiso. Todo cobró sentido entonces, el aroma de su cuerpo en un abrazo, el tono de su voz, la caída leve de sus párpados al mirarme, el bizqueo de su pie izquierdo cuando caminaba a mi lado… y, mucho antes aún, las tardes de merienda cuando éramos críos, el camino hacia la escuela, la espera en los columpios…
He vuelto muchos días por el parque. Me miran porque siempre voy sin niños. Me quedo cerca de los columpios; saco de mi bolso un pequeño envoltorio con pan y chocolate y espero mientras meriendo. Después espero un poco más, por si acaso llega tarde. Por si llega tarde.
Precioso, me ha encantado.
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Encantador!
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¡Gracias. Muchísimas gracias!
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