Ojalá te mueras

“Ojalá te mueras, padre. Y madre también, por no creerme. Ojalá te mueras un día mientras babeas encima de mí. Ojalá te mueras y me quede sin padre y descanse de esta vida de mierda que no es vida. Si no fuera por Elisa ya me habría ido, pero si me voy, seguro que prendes de ella como de mí ahora, y es tan niña y tan inocente que ni siquiera puedo escapar con ella. ¿Cómo iba a entenderlo ella si ni siquiera madre lo entiende?”

Separa cuidadosamente la hoja escrita hasta dejar colgando de ella el cuaderno escolar, coge las tijeras de costura de su madre y recorta el borde para separarla del resto; la dobla cuidadosamente una y dos y mil veces, hasta que ya no es posible doblarla más, con el sosiego que le da saberse sola en casa, y se va hacia su habitación para esconderla, el gurruño de papel en una mano y las tijeras aún en la otra. Se asusta un poco y retrocede cuando oye ruidos dentro, pero se atreve al final a entreabrir  la puerta. A Elisa apenas la puede ver debajo de la bestia que empuja y jadea. No sabe cómo, pero sí por qué, una fuerza imparable que la hace invencible la empuja hasta ellos, la mano diestra empuñando ahora las tijeras que clava una, dos y muchas veces en la espalda del hombre que ya ha dejado de moverse. Le da la vuelta  de un empujón para liberar a la niña del peso y de la sangre y lo ve moribundo, con el miembro erecto aún. Separa a Elisa hacia un rincón, se acerca a la bestia  de nuevo y aguantando la náusea degolla el pene de un tijeretazo. Todavía vomita cuando la niña se le acerca para abrazarla.

Autor: AdelaVilloria

Trabajo para poder comer. Escribo para poder vivir.

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