Y, ahí estaba yo…

Ya he pasado lo que llamamos «mediana edad», porque, por bien propio y de los míos, no espero vivir más de cien años… Yo, que pensaba que iba a morir joven!!!

Llegados a este punto, no me queda más remedio que prepararme para morir. No hace mucho tiempo, y no consigo recordar dónde, será cosa de la edad, escuché que, pasada la primera mitad de la vida, que destinamos a aprender a vivir, debemos aprender a morir. Y en ello ando. No me queda más remedio que aprender a morir porque, entre otras cosas, es un hecho ineludible, y ninguna religión ni ninguna fe ciega, ni siquiera tuerta, puede distraerme de la realidad.

En mi vida no existe el más allá, tan solo cuento con el más acá, y a veces me cuesta orientarme. Por eso, a falta de un futuro esperanzado, necesito un presente henchido de sentimientos, de emociones, de fuerza, de ganas de vivir…no vaya a ser que, a estas alturas, esté perdiendo el tiempo que no tengo.

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