Diario de Pepín. Día 111

Si yo supiera contar, como mamá, sabría exactamente cuántos días llevo sin ir a trabajar. Yo solo sé que son muchos. Una mañana, mientras mamá se ponía el abrigo para salir, yo agaché las orejas, me hundí un poco más en mi camita y la miré con ojos tiernos; y mamá no tuvo corazón para ponerme el arnés. Bueno, yo creo que también influyó eso que ella dice de “que me pongo empachoso”. Por las tardes, cuando llevamos mucho rato trabajando, yo quiero que me coja un poquito –me gusta mucho estar subido en sus piernas y apoyarme en la mesa y en su brazo mientras escribe en el ordenador- y también quiero salir con mis amigos, que pasan por la puerta de la oficina camino del parque, y entonces voy y vengo cincuenta veces -ella dice que cincuenta, yo solo sé que son muchas veces- desde la puerta a las piernas de mamá, que me riñe y me pide que me baje, y acaba diciendo eso de “no te pongas empachoso, Pepín”. Eso me dice.

Autor: AdelaVilloria

Trabajo para poder comer. Escribo para poder vivir.

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