Diario de Pepín. Día 104

Notas es un abusón maleducado. Y porque mamá no me deja decir palabrotas, porque, si no, lo llamaría de otra manera. Y no es que Notas sea un perro muy grande, los hay mucho más grandes en el parque y nunca tengo problemas con ellos, como Nieve, Chico o Cayetana; es que Notas solo se mete conmigo porque soy pequeño y sabe que me puede. Y  luego llega el grandullón que va siempre con él, que todo lo que tiene de grande lo tiene de tonto, y le sigue el juego y le ayuda y, claro, dos perros persiguiéndome por el parque a todo correr y Notas poniéndome los colmillos en la barriga cuando me alcanzan, es demasiado para mí. ¡Que mira que con los otros jugamos a que nos mordemos, pero sin hacernos daño… Que estos son unos salvajes! La mamá de Notas le riñe mucho y lo sujeta, pero, al momento, otra vez. Los otros papás dicen que es que es muy dominante, pero no es verdad, lo que es, es muy miserable; que hay que ser muy miserable para demostrar que eres poderoso solo con los más débiles, que con los otros no se mete. Y muy cobarde, también.

Por eso mamá y yo vamos tranquilamente al parque, y, si llegan Notas y el otro, esperamos a ver qué tal respiran, y cinco  minutos después ya nos hemos ido porque no hay quien los aguante. Dice mamá que eso que me pasa a mí pasa también en los colegios, y, en general, en la vida. Pues vaya vida de mierda para los más débiles, pienso yo.