Dice mamá que cuando ella no está me revuelvo mucho. Ella salió muy pronto por la mañana, sin mí, y, a mediodía, vino el chico de la gorra y me sacó a dar una vuelta y a que hiciera mis cosas en la hierba. Mamá volvió por la tarde, tarde, y, en ese tiempo desde mediodía, conseguí subirme al sofá sin ayuda, y, desde el sofá, pude alcanzar los muñecos que mamá tiene encima del respaldo y me llevé un par de ellos hasta mis camitas. También arrastré, como pude, una oveja blanca que sujeta la puerta de su dormitorio, que es muy pesada porque está llena de tierra, y el enorrrrrme león de peluche que está sobre su cama. Ella no se dio cuenta al marcharse, pero una de las patas del león asomaba por el borde y, aunque yo no alcanzo a subirme, sí alcanzo a tirarle un bocado y bajarlo de allí. Además me dio tiempo a llevarme un vestido, una camiseta y cinco zapatos. Si mamá no estaba, al menos tener algo suyo lo más cerca posible.
