Diario de Pepín. Día 17

Hoy la cartera ha preguntado por mí. Yo estaba adormilado en mi rincón del despacho y no quise salir a saludar porque, por la mañana, me habían vacunado de la rabia. Cuando entramos en la clínica me acordé de las otras vacunas y empecé a protestar, pero no me sirvió de nada. La verdad es que luego se me pasa en un momento, pero tengo que dejarles claro, a mamá y a la veterinaria, que no me gusta que me pinchen. Mamá dice que peso 3 kg y 700 gramos, y la veterinaria dice que no voy a crecer otro tanto como lo que ya he crecido. Y eso le gustó mucho a mamá. La veterinaria, que habla como si sonara una música suave, nos invitó a sentarnos mientras ella escribía en el ordenador y en mi cartilla y mamá me tuvo cogido todo el tiempo. Yo no moví ni pata ni oreja, no fuera a ser que me bajara de allí.

Perros grandes y bonitos hay muchos pero yo creo que, si sigo siendo un perrito pequeño y con esta forma mía de mover las orejotas (se me dan la vuelta cuando pego saltos), de sentarme en la calle como si fuera un perrazo y de mirar con una mirada casi humana seguiré llamando la atención cuando voy por la calle. Aunque, de verdad, de verdad, lo que yo quiero es que mamá me abrace siempre, y me suba al sofá para echarme a su lado, y me deje su ropa o su zapatilla cuando se va, para que se quede conmigo un poquito.

Diario de Pepín. Día 16

Cuando mamá y yo volvemos a casa entro a toda velocidad para ver si así se despista y no me limpia las patitas, pero ella no suelta la correa hasta que me coge y no puedo librarme de  las dichosas toallitas. Ella dice que si quiero sofá tiene que ser con las patas limpias, y yo hago como que protesto, pero, en el fondo, no me importa demasiado. Prefiero el sofá, por supuesto.

Después doy un par de lengüetazos al bol con agua fresca y me coloco delante del  comedero, que ya tiene mi porción de pienso, pero no me pongo a comer aunque tenga mucha hambre; espero a que mamá se dé cuenta y se acerque hasta mí, se agache y coja en su mano un puñado de albóndigas. Y siempre es así, primero como de su mano y después ya como del comedero. Mamá y yo.