La chica del supermercado encargada de la frutería está muy atareada. Arrastra cajas y ordena cuidadosa y velozmente el género, y, a cada momento, se acerca a pesar las bolsas medio llenas que los clientes le ofrecen. Una mujer cincuentona y bastante arreglada para ser un sábado por la mañana le pide una bolsa para naranjas, y, entre peso y peso, ella le da una bolsa de plástico grande y con asas. Las naranjas abultan mucho.
Al cabo de unos quince minutos me acerco a las cajas automáticas para pagar. Siempre están muy concurridas y hay que hacer cola, pero son más rápidas que las cajas donde hay cajeras porque la gente llega menos cargada. Mientras espero, veo a la mujer, que ya está frente a una de las cajas. Da al botón de usar sus propias bolsas y saca del bolsillo una arrugada bolsa de plástico para naranjas. Mete en ella las cosas que ha comprado y se marcha. Seguramente piensa que ella es la más lista. Yo pienso que es la más miserable.
Querida Adela, por más que leo la situación no me entero de lo que ha hecho la señora 🤦, tengo que estar obstruida, pero no pillo lo de la bolsa, las naranjas y el porqué es miserable… por Diosssssss no te vayas a reir ehhhhhh.
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Pensé que era más fácil, Ana. Pues que, para no gastar cinco céntimos en una bolsa, pide una cómo si fuera a comprar naranjas, y se la saca del bolsillo en la caja cómo si la trajera de casa. Un beso
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