Vanidad

Su madre le dijo siempre que era un príncipe, aunque ya se sabe que las madres no tienen criterio para estas cosas. Su madre lo sabía y él también; lo que no podía entender era que los demás no se dieran cuenta y pretendieran vivir a espaldas de esta realidad.  Por eso, cuando la primera noche de primavera se dejó llevar hacia aquellas dos estrellas que se acercaban rugiendo hacia él y se lo llevaron por delante, solo pudo pensar que todos tendrían que admitirlo al fin, cuando vieran su sangre azul manchando el asfalto.  De haber vivido, seguramente su madre habría llorado lágrimas de sapo.

SAM_3254-001